Estimados colegas del medio audiovisual:
Como muchos de ustedes deben saber, el pasado miércoles 6 de abril se votó en la cámara baja del congreso la nueva ley de televisión digital, que debía proponer y facilitar una serie de condiciones para la inserción de este nuevo sistema de televisión ABIERTA en nuestro país. Pero no es así. Esta ley suponía un gran paso para el desarrollo de la industria y cultura audiovisual; debía abrir el abanico de oportunidades para todos: canales grandes, comunitarios, universitarios y nuevos emprendedores, además de ampliar extensivamente la oferta para el público, incluso quintuplicando la cantidad actual de canales de televisión abierta, además diversificando los contenidos y también las vías de acceso, extendiéndose a nuevos formatos como teléfonos celulares y computadores. Todo ésto probablemente ya lo saben.
La ley que fue enviada al senado, pasa por encima de muchos de estos principios, que eran tan propios del espíritu original de la televisión digital y que se han aplicado con mucho éxito en todos los países que ahora cuentan con este formato. Los ejemplos más graves son:
- Monopolio de la oferta: La televisión digital expande ampliamente la banda de señales y disminuyendo los costos de transimisión, lo que posibilita tener más canales y mayor oferta. El espíritu original suponía otorgarle cierto ancho a los canales establecidos (MEGA, TVN, CHV y C13) para diversificar su propia oferta. El resto del ancho de banda debía ser administrado por el CNTV y facilitar las posibilidades de acceso a nuevos emprendedores, canales comunitarios, regionales y universitarios. Sin embargo, esta ley dispone de muchas facilidades para que los actuales operadores tengan mayor acceso a la banda impidiendo el acceso de nuevos competidores, por lo que si este asunto no se cuestiona, la oferta no se diversificará; solo tendrémos más canales, pero de los mismos dueños. Más de lo mismo. Lo peor es que la ley dispone que los operadores en función tienen prioridad para concursar a proyectos, lo que resulta ANTICONSTITUCIONAL en un país cuyo aparato ejecutivo se basa en la igualdad ante la ley. Según este proyecto, algunos operadores son más importantes que otros, lo que contradice los fundamentos de nuestra democracia en incluso los del sistema de libre mercado en el que estamos insertos. Es simplemente plutócrata.
- No más televisión abierta: Quizás uno de los puntos más escandalosos afecta a quienes debieran ser los principales beneficiarios de la televisión digital; los espectadores. La ley faculta a los operadores para cobrar por cierto tipo de contenidos, de la misma forma en la que el CDF cobra por la transmisión de ciertos partidos, de la misma forma en la que uno paga por la televisión por cable. Ejemplos hipotéticos: un canal podría perfectamente cobrar por el último capítulo de una teleserie, por la final de un reality,el festival de viña, la inauguración de las olimpiadas, partidos de fútbol, eventos televisados en directo, etc. Esto atenta gravemente contra las clases sociales que deberían ser las más beneficiadas, que son la media, media baja y baja, porque son las que más consumen televisión abierta.
- Mismos contenidos, cero experimentación: Esto no sería ningún cambio, si no la persistencia de un mal ya existente y que solo tiende a agravarse. En Chile la televisión es de mala calidad, porque todos los canales son editorialmente similares, las parrillas programáticas prácticamente idénticas y la mayoría de los programas importados. No existe espacio para la creación de una mejor televisión ni diversificación de la oferta. No existe ningún grado de experimentación. Los únicos contenidos realmente chilenos son escasos y la mayoría provienen de canales de cable (como VíaX) y terminan siendo trasmitidos en horarios lejanos al primetime. Por ello, vemos lo mismo en todos los canales. Ésto, que debería cambiar con la televisión digital, no lo hará y los canales establecidos incrementarán su control y poder.
Estos son algundos puntos. Quizás los más graves de una ley que no es del todo mala, pero que atenta contra el espíritu democrático de la televisión digital. Fue nuestro error como trabajadores del medio audiovisual no hacer nada para evitar que llegase a la cámara baja. Ahora es nuestro deber movilizarnos para que sea modificada en el senado y que vuelva a su espíritu original.
El desarrollo no se alcanza solo con crecimiento económico. El desarrollo se alcanza con cultura, diversidad, tolerancia y participación. Podemos quedarnos con la pelea por los grandes públicos - un sistema que ya se ha probado fallido - o pelear por públicos diversos. Podemos dejar que todos vean lo mismo u optar por que cada uno elija que desee ver. Podemos dejar que la gente pague por lo que los canales quieren que vean o facilitar los accesos a lo que realmente quiere ver.
Los medios - prensa y televisión - no están cubriendo esta noticia. Los usuarios no tienen cómo enterarse de todo ésto. Es nuestra responsabilidad tomar riendas en el asunto, como audiovisualistas, trabajadores, estudiosos de la televisión. Incluso como espectadores y usuarios. La lucha para lograr una mejor televisión está en una cuerda floja y estamos contra el tiempo. Corramos la voz, informémonos, hagámosle saber a los senadores que nos representan porque nosotros los elegimos qué es lo que de verdad queremos. No se trata de una simple ley de segundo orden. El futuro de nuestro medio depende de lo que pase en el senado. Hagámonos cargo. NOS CORRESPONDE.
Saludos a todos
Tobías Palma
Periodista, Universidad de Chile.
Guionista, Pontificia Universidad Católica de Chile
